Durante la pandemia, los streams de youtubers y streamers están teniendo que hacer de terapeutas para la salud mental de sus seguidores. La soledad de la distancia social, seres queridos en hospital o fallecidos y el mal acceso al sistema de salud mental hace que la responsabilidad caiga en youtubers y streamers.
Pero los streamers lo que ofrecen es algo de compañía y entretenimiento, no son terapeutas, psicólogos ni psiquiatras capacitados. Es cierto que los videojuegos y streamers han ayudado a los espectadores a mantener una sensación de normalidad este año de pandemia, pero está siendo menos raro que los espectadores compartan sus luchas íntimas de salud mental. Responder durante estos momentos sensibles es una gran responsabilidad para el streamer, pero quien debería encargarse de ello son los expertos en salud mental.
La salud mental en pandemia no debe de recaer en streamers
Abdallah Elayan es un streamer con más de 880 000 suscriptores, y cada vez más recibe mensajes de gente sobre su estado de salud mental desde que comenzó la pandemia de Covid-19. Han tenido que entrenar a sus moderadores para que borren esos mensajes del chat aunque sean pagados, y que vayan a comprobar al usuario que ha mandado el mensaje.
Los expertos en salud mental reconocen que, si bien los juegos y las transmisiones en vivo ofrecen comodidad, es solo el primer paso para obtener apoyo real si realmente están luchando. Jason Docton, director ejecutivo y fundador de Rise Above the Disorder (RAD), dijo que una gran parte de la comunidad de jugadores depende de los streamers para recibir apoyo, pero que necesitan un mejor acceso a los servicios de salud mental. Añade que o hacen nada malo, pues es lo máximo que pueden hacen desde su posición y conocimientos. Pero es la única persona a la que muchas personas pueden acudir en la pandemia por problemas de salud mental.
Una psicóloga comentó que entiende por qué un espectador puede sentir que tiene algo en común con un creador que ama. Pero en lugar de que los creadores intenten actuar como terapeutas, el creador y sus moderadores deberían continuar enviando a los espectadores a recursos profesionales. Y no pueden ir creyendo que todos solamente buscan atención porque las consecuencias si se equivocan son enormes.
Fuente: Washington Post